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domingo, 10 de abril de 2011

Pirro de Epiro

Pirro, (318-272 a. C.) apodado αετός (águila) por sus soldados. Fue basileos (rey) de Epiro de 307 a 302 a. C. y de nuevo entre 297 y 272 a. C. También ostentó la corona de Macedonia brevemente en dos ocasiones: en 287 a. C. y posteriormente de 273 a. C. hasta su muerte, un año después. Es considerado uno de los mejores generales de su época, y uno de los grandes rivales de la República romana durante su expansión.

Durante su reinado aumentó el territorio de Epiro a costa de zonas de Macedonia y Tesalia. Se enfrentó a Casandro y Demetrio Poliorcetes en Macedonia, derrotándolos y haciéndose con el reino hasta ser expulsado por sus habitantes, que proclamaron a Lisímaco de Tracia, su aliado, como rey. Posteriormente viajó a Italia en ayuda de los tarentinos, enfrentándose a la República romana a la que derrotó en dos ocasiones, pero a costa de tales pérdidas, que fue finalmente derrotado en la batalla de Benevento y se vio obligado a retirarse.

Durante su estancia en Italia, conquistó la mayor parte de la Sicilia púnica, pero no pudo capturar la ciudad cartaginesa de Lilibea. La incomodidad de los griegos sicilianos le obligó a abandonar la isla.

A su regreso a Grecia, se enfrentó con Antígono II Gónatas que reinaba por entonces en Macedonia. Conquistó el reino y emprendió una guerra con Areo I de Esparta, en apoyo de su antiguo rey Cleónimo. Incapaz de conquistar la ciudad, recibió una petición de ayuda de Aristeo de Argos. Durante los combates en el interior de esta ciudad, recibió el impacto de una teja arrojada por una anciana, y fue asesinado mientras se hallaba inconsciente por el golpe.



 
 

Tropas de Pirro asediando Lilibea

 
Pirro observando un campamento Romano
La muerte de Pirro

1 comentario:

  1. El rey epirota al parecer aspiró a construir en Occidente un imperio tal como su pariente Alejandro Magno había hecho en Oriente. Para él, como para cualquier griego de entonces, los aún escasamente conocidos romanos eran unos "bárbaros occidentales", pero las costosas batallas que libró contra ellos -victorias pírricas las llamó la posteridad- lo llevaron a acuñar la frase : "Otra victoria como esta y estaré perdido". Al final regresó a su reino con las manos vacías.

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